29/5/09

Resultados de la Tomografía Computada

En el post anterior, abría un abanico de cuatro posibilidades sobre el resultado de la tomografía que me hicieron para evaluar cómo va todo al llegar al 50% de la administración de este segundo tratamiento quimioterápico. (Cada ciclo es de seis meses, y ya terminé un trimestre)

Pues bien, se dió la variante uno, es decir, que los medicamentos al menos han logrado frenar el avance del "asesino silencioso". No han habido variaciones significativas sobre el informe del mes de febrero. Las metástasis no se redujeron, pero tampoco aumentaron. Estamos "stand by".

(Se puede leer el informe completo haciendo doble click sobre la imagen que encabeza este post)

La esperanza es entonces que en el trimestre que viene, los medicamentos no sólo frenen el avance, sino que vayan reduciendo el tamaño de los implantes metastásicos y las adenopatías, que si bien están distribuidos en pulmones e hígado, no tengo síntomas significativos que alteren en este aspecto la calidad de vida (ni trastornos respiratorios ni hepáticos)

Dentro de todo, es un resultado más que aceptable. Gracias a la quimio, el mal no avanzó. Pero no hay que cantar victoria, y seguir luchando, con toda la fe para que se vayan reduciendo.

En tanto, sigo ocupado en varios proyectos, leyendo, escribiendo, elaborando contenidos para capacitación docente, sacando fotos, y dándole a Facebook una utilidad más profunda que la que mucha gente le suele dar: no entro en los juegos on-line, ni en las encuestas, ni en los quizz, porque me hacen perder el tiempo, y el tiempo es lo más valioso que tenemos. Porque nuestra vida está hecha de una sumatoria de tiempos que no debemos malgastar...

27/5/09

Cortando clavos


En el slang o lunfardo argentino -tan habitual en la letra de los tangos- estar "cortando clavos" significa tener una buena dosis de nerviosismo a la espera de algo que no sabemos si será bueno o malo.

Esto viene a cuento de cómo estoy "cortando clavos" a la espera del informe de la tomografía con contraste endovenoso que me hicieron el viernes pasado, y cuyo resultado sabré en unos días más. Del mismo dependará si seguiré con el mismo esquema quimioterápico, que vengo tolerando mejor de lo que suponía, o si me lo van a suspender o cambiar.

Les comento a los que me leen por primera vez, que mi anteúltima tomografía, de julio de 2008, había dado más que bien, con apenas una pequeña mancha de escasa densidad compatible con hígado graso, y algunos ganglios apenas aumentados de tamaño por delante de la columna vertebral, detrás de la arteria aorta... Pero cuando me hice en febrero de 2009 otra tomografía de control... ¡Sorpresa! Aparecieron metástasis y ganglios inflamados por todos lados: axilas, abdomen, hígado, y ambos pulmones... Incluso una imagen sospechosa en la zona de un hueso de la cadera. ¿Metástasis ósea?

Anímicamente me siento muy bien. Diría que mejor, imposible.
Físicamente, a veces tengo dolores abdominales que repercuten en la espalda, pero con Ibuprofeno 400 (Actron) y Trimebutina con Bromazepan (Eumotil T), los vengo controlando más que bien. Ahora decidí duplicar la dosis de potasio que ingiero por vía oral (Control-K), porque por los cuadros diarreicos pierdo mucho potasio (hipokalemia o hipopotasemia), y eso hay que controlarlo, porque es muy serio, pues puede producir arritmias cardíacas severas. De todos modos a mí eso no me complica demasiado, porque no hay mal que por bien no venga: entre otras "nanas", en 2005 me implantaron un marcapasos cardíaco, y éste evita que se produzcan esas arritmias.

Por eso digo que tengo algo de "Cyborg" (Cybernetic Organism), un ser en parte organismo humano, y en parte cibernético, al estilo del "hombre nuclear". Ja ja ja ja!
¡Cómo no voy a ser fanático de la tecnología, si estoy vivo gracias a ella!

Subcutáneamente, en el pecho , a la izquierda, tengo colocado el marcapasos (del cual dependo en un 100% para vivir) con dos electrodos que van uno al ventrículo derecho, y otro a la aurícula derecha. Y en el pecho también, pero a la derecha, tengo implantado el port-a-cath, que es el aparato conectado por un catéter a la vena cava superior, y por donde me administran todo: los quimioterápicos, el anticuerpo monoclonal, la premedicación para la quimio, y el potasio que necesito, de modo que las venas periféricas de mis extremidades superiores no sufran el efecto tóxico y los dolores y flebitis que producen estos medicamentos.

MI SUGERENCIA: Los pacientes que necesitan períodos prolongados de quimio, sí o sí, exijan a sus médicos que les hagan colocar un port-a-cath!

Bueno, analicemos ahora las posibilidades de este estar "cortando clavos". Los resultados posibles de la tomografía son los siguientes:

- o que sean buenos, y que se hayan controlado las metástasis y frenado en su crecimiento y desarrollo anárquico.

- o que no sólo se haya parado su crecimiento, sino que hayan remitido (achicado en tamaño y virulencia)

- o que tengan todas las metástasis una franca remisión, lo cual sería un excelente indicio de probable curación

- o que no haya pasado nada positivo, y este nuevo esquema quimioterápico no haya servido para nada, y no haya podido frenar el avance inexorable de la enfermedad.

En mi paso por la Medicina, tuve por regla decirle siempre a mis pacientes la verdad, y no voy ahora a ser distinto conmigo mismo. Las posibilidades son todas las enumeradas, algo tan cierto como que la Medicina no es matemática, no es dos más dos: puede pasar cualquier cosa, lo deseado o lo indeseado. Dos más dos puede ser cuatro, uno, seis, cinco o trescientos veinte.

Esto significa lisa y llanamente, sin subterfugios, que puedo curarme definitivamente o puedo partir a las praderas de Manitú en menos de un año.

Mi estado de ánimo, como siempre digo, es absolutamente positivo y optimista, no tengo ninguna intención de dejar este valle de lágrimas y alegrías que es la vida en el planeta Tierra, y en ello influye el afecto de todos mis seres queridos, de la buena onda de mis amigos del mundo real y virtual de Internet, de gente que conozco cara a cara, y de gente que conozco a través de la pantalla de mi ordenador.

Además, tengo una ventaja cuasi paradojal sobre los creyentes, que tienen el gran beneficio de la fe religiosa. Mi fe es universal, porque los agnósticos respetamos por igual las convicciones de creyentes y no creyentes. Borges ha influido en mí más que mis 19 años de educación en ámbitos católicos apostólicos romanos, por lo que soy agnóstico spenceriano, como Borges, como su padre y como Macedonio Fernández. Y por ende, también me considero un librepensador, esto es, alguien que piensa libremente y se siente preparado para analizar cualquier alternativa, decidiendo sin ataduras ideológicas qué ideas son a mi criterio correctas o incorrectas, avaladas por mi formación científica.

Pero como buen acuariano y Tigre de Metal (que no sé demasiado que significa cabalmente, pero me divierte muchísimo leer sobre estos temas porque me sirven para elaborar la personalidad de los personajes de mis ficciones literarias), tengo ciertas ventajas a las que son ajenos los cristianos, como el poder considerar terapias alternativas, más allá del poder que con profunda conviccción religiosa le atribuyen los creyentes a la oración.

Y como decía Friedrich Wilhelm Nietzsche, "Lo que no te mata te fortalece", entonces todo es a priori bienvenido por mí: agradezco y creo en el poder sanativo que puede surgir de las más variadas manifestaciones del espíritu humano y de los elementos de la naturaleza: desde las cadenas de oración que me brindan desde el amor y la fe, mis amigos cristianos, musulmanes y judíos, hasta la visita a algún cura sanador o carismático (saliendo ya de la ortodoxia católica), desde el ingerir un recomendado jarabe hecho a base de yuyos y con sabor a alcachofa, hasta tomar el famoso jugo de Noni procedente de Tahiti; desde analizar el poder de las terapias energéticas, hasta ingerir un promocionado jugo de espárragos; desde esperar que sea la ciencia médica la que me cure defintivamente, hasta aceptar la existencia de los milagros que ni la ciencia médica puede explicar.

Y aquí estoy, cortando clavos, a la espera del resultado, y sea cual fuere el mismo, dispuesto a seguir haciendo lo que sea menester para ganar las batallas que siguen, y con la esperanza inquebrantable de ganarle la guerra a este hijo de mala madre que es el cáncer, enemigo al que le tengo respeto, pero no le tengo miedo, como tampoco le temo a la muerte.

Quien vive su vida con intensidad, fiel a sus convicciones, aprovechando y sacándole el jugo a cada segundo, siendo proactivo, esforzándose por aportar un granito de arena por un mundo mejor, tratando de trascender a través de los hijos de su cuerpo y de su mente, esforzándose por desarrollar sus talentos (que todos tenemos), no tiene por qué temerle a la Parca, más allá que todos sabemos que alguna vez inexorablemente nos pasará a buscar para emprender un paseo de ida y sin vuelta...

Pero mientras tanto, y esperando que ese día sea muy, pero muy lejano...
¡A pelear se ha dicho!
:-)

21/5/09

Reflexiones sobre la vida y la muerte

Con mi recién nacido quinto nieto, Bruno, y antes de cortarme el pelo.

Borges, de quien me considero un entusiasta admirador, se burlaba de la muerte. Decía, por ejemplo: ¿Por qué voy a morirme, si nunca lo he hecho antes? ¿Por qué voy a cometer un acto tan ajeno a mis hábitos?

Cuando somos jóvenes, como suele decirse "con toda la vida por delante", es tanta nuestra energía que procedemos como si fuésemos inmortales.

Pero conforme vamos creciendo, y la muerte nos va tocando de refilón con algún familiar, algún ser querido que nos deja, nos vamos dando cuenta de que somos seres finitos, y que no podemos burlarla, porque su eficiencia es absoluta.

Sin embargo, alguna vez escribí que tenemos una forma de burlarla, y es prolongándonos en la mente de nuestros hijos, a partir de nuestras enseñanzas, de la educación que les demos, de la filosofía de vida que les leguemos. Se trata de un poema en prosa que titulé "Futuro Perfecto", donde digo: "Y mi mente ... mi mente estará en mis hijos, que son la muerte superada, la continuación, el sentido, la meta, que no terminará en ellos, sino que seguirá en sus hijos...Y así mi mente, con la mente de mi padre, se verá mil y mil veces multiplicada, y en su destino enriquecida a cada instante, pues así vale la pena vivir la vida, ¡porque es vida y es camino!"
(El poema completo está en: http://autoblografia.blogspot.com/2004/07/futuro-perfecto.html )

¿Y a qué viene todo esto?
Pues viene a cuento de muchas cosas, más allá de las cavilaciones de un paciente de cáncer que ha decidido tomar su enfermedad con el mejor de los ánimos, y luchar sin tregua para intentar vencerla, a sabiendas de que se trata de un enemigo artero e imprevisible.

Debo reconocer que hubo algo en mi infancia católica, que lejos de lograr el objetivo amedrentador buscado, produjo en mí un efecto interesante: el de no temerle a la muerte. Me refiero a unos versos que los curas salesianos nos hacían aprender de memoria, y que decían: "Mira que te mira Dios / Mira que te está mirando/ Mira que vas a morir/ Mira que no sabes cuándo".
Desde entonces aprendí que nadie muere en las vísperas, y algo fundamental: el vivir intensamente cada minuto, como si fuera el último. El saber que nuestra vida está hecha de tiempo, y perder el tiempo es perder parte de nuestra vida. El saber que como seres finitos para algo especial estamos aquí, si es que queremos diferenciarnos de los vegetales, que también nacen, crecen, se reproducen y mueren. Si no queremos "ser vegetales" que pasan por esta vida, para "ser humanos", debemos trascender con nuestros actos, con nuestras obras, desarrollado los talentos que todos tenemos. Así de simple. Así de comprometidos con nuestra esencia humana y con la humanidad viviente.

¿Cuánto más voy a vivir?
¿Quién de los que están leyendo ahora esto me pueden asegurar que van a vivir un año, dos, diez? Personalmente, no tengo ningún apuro por dejar este convulsionado pero maravilloso mundo. Por eso mi estado de ánimo ante una enfermedad tan terrible, ante los efectos secundarios de la quimioterapia. Por eso mi actitud -como dijo una amiga- "patológicamente optimista".

Ya he concluido la mitad de las aplicaciones de esta nueva tanda semestral de quimio. Llegó el momento de realizar una tomografía para saber si el tratamiento está siendo efectivo. Hasta ahora, mi organismo ha resistido mejor de lo que yo pensaba los efectos tóxicos de la quimio. Me he acostumbrado tanto a la sensación de hormigueo en los pies, que ya ni pienso en ello. He tenido algunos problemas dentarios, que mi odontólogo se ha encargado de solucionar, para lo cual tuve que ir varias veces a su amable cámara de torturas (qué le hace una mancha más al tigre...). Me he hecho cortar el pelo, para evitar la molesta caída de cabellos sobre el teclado de mi ordenador, lo cual me ha hecho descubrir que tengo una bocha redondita redondita (ja ja ja), y los granitos de acné en la frente y nariz que me produce el anticuerpo monoclonal, me dan cierto aspecto juvenil (juaaaaa!) La motilidad intestinal sigue acelerada por efecto de los quimioterápicos, y eso produce una fuerte pérdida de potasio, que me compensan todas las semanas cuando voy a recibir la quimio.

Los dolores abdominales que tenía se solucionaron con los medicamentos que me suministraron, y dentro de todo, me porto bastante bien con la ingesta de alimentos, aunque suelo salirme del libreto dándome gustos como tomar leche chocolatada, y alguna que otra golosina a base de dulce de leche o chocolate. Mi razonamiento es para nada científico: "Si igual voy a tener un cuadro diarreico por la quimio, entonces puedo comer lo que me guste..."

En síntesis, en unos días más sabré si el tratamiento está o no dando resultados. En diciembre pasado, cuando fui a dar una conferencia a Madrid, me sentía perfectamente, salvo ciertos dolores abdominales que atribuí a no respetar una dieta astringente. La última tomografía había dado bastante bien. La primer quimio había terminado en marzo de 2008. Pero en febrero de 2009 me hicieron una nueva tomografía, y resultó ser un desastre: metástasis generalizadas en hígado, abdomen, pulmones, y adenopatías por todos lados. Me quedó claro por qué le dicen al cáncer de colon "asesino silencioso" (silent killer).

Y aquí estamos. En la mitad de un nuevo ciclo de quimio. Veremos dónde estamos parados cuando conozca los resultados. Tengo una invitación para dar una conferencia en julio en Bilbao, y no pienso dejar de ir.

De ánimo, estoy mejor que nunca.
Y no pienso bajar los brazos.
Nunca.
Jamás.

13/5/09

Elsa y Silvia, y la importancia de sentirse contenido

Elsa Narbona, una de las enfermeras especializadas de la sección Oncología del Hospital de Día de la Clínica FLENI, preparando la premedicación que me administrará previa a la quimioterapia.

Elsa y Silvia son las dos enfermeras de FLENI encargadas de atender a los pacientes oncológicos. Ambas son excelentes profesionales, pero fundamentalmente, dos personas admirables, por su dedicación, actitud, determinación, y por el afecto que transmiten a todos sus pacientes.

Se ocupan y preocupan por todos nosotros, incluso más allá de lo que en teoría debiera ser su compromiso laboral. Por caso, están siempre en contacto con mi oncóloga, para comentarle los pormenores de mi evolución, si notan algún efecto colateral, sugiriéndome que la consulte por cualquier tema, o enviándome algún email de esos que levantan el ánimo.

Para sobrellevar los efectos no deseados de este nuevo esquema que se me está aplicando (se me está cayendo el cabello y sé que lo perderé todo, me salen unos granitos como de acné en la frente y la nariz que más allá de lo antiestético que en nada me preocupa, sí molestan porque pican mucho y se pueden infectar). Pero la respuesta de ellas es salvífica: "No hay problema, Luisito (así me llaman), el pelo va a volver, y los granitos también van a desaparecer por completo."

Con ellas me siento contenido afectivamente, logro relajarme, y me banco sin problemas las seis o más horas que que debo permanecer en el hospital de día todas las semanas.

4/5/09

Coco

Con mis tíos Coco y Marta, el día de su casamiento

Él fue quien me regaló a los ocho años un libro que encendió definitivamente mi pasión por las artes plásticas y por el autodidactismo. El libro - que aún conservo- se llama "Dibujo de Arte sin Maestro"

Él fue el primero en poner en mis manos a los nueve años una máquina fotográfica, y a partir de allí, surgió mi pasión por la fotografía. Era una espectacular Yashica con forma de prisma rectangular, con el visor en la parte superior, y fotogramas de 6 x 6.

Él conservó de su padre, y luego nos transmitió a todos, la impronta sobre una forma especial de hacer y tomar el café. Ese estilo, llamado "Papi José", nos distingue, identifica y se ha convertido en una tradición familiar plena de afectos y gratos recuerdos.


Él, como todo ser humano, y fruto de la educación que recibió de sus padres, con aciertos y errores, también cometió errores y tuvo muchos aciertos.
En mi caso, el sentimiento que le provocaba yo, un niño huérfano de padre, redobló en él y sus hermanos Cacho y Luis sus cuidados para conmigo, por lo que en ese sentido, fui un privilegiado. Sólo disfruté de sus aciertos, de su amor a raudales, antes y después de "conocer" a mi padre definitivo, el que me crió y educó, Carlos Lecuna.

Él, su esposa Marta y su suegra Ester, me ayudaron en épocas de vacas flacas. Durante mis años de estudiante universitario, religiosamente me llegaba cada quince días un canasto de mimbre con alimentos para mi alacena que ellos me mandaban de su negocio de comidas. El envío lo completaban mis padres y hermana con ropa limpia, y cartas que menguaban la melancolía de estar lejos de ellos.


Él, con una entereza y determinación envidiables, sabiendo que la cuenta regresiva se había iniciado inexorablemente, vino hace algunos meses a despedirse de su hermana Chichita (mi madre), de su hijo Ricardo, de su nuera Inés, de sus nietos, de mí, y de sus amigos de su querida Mar del Plata.

Él, mi tío preferido, el tío Coco, ahora descansa en paz, después de haber luchado años contra el silent killer , el mismo asesino silencioso contra el que estoy enfrentado desde hace dos años.
Y no pienso bajar los brazos.

Seguiré luchando contra el cáncer de colon sin que se me borre la sonrisa, apoyado por la ciencia médica y por mis afectos, que afortunadamente no son pocos, y que me dan la energía y buena onda que necesito para esta guerra sin cuartel, para cada batalla, tratando también de ayudar a quienes tienen la misma enfermedad u otros tipos de cáncer, y también a sus familiares, insistiendo en el poder de la fe (en la ciencia, en la naturaleza, en la religión los que son creyentes), y pidiéndole, sugiriéndole, rogándole a todos para que le insistan a todos sus allegados para que se hagan una vídeo colonoscopía a partir de los cuarenta años, pues es la mejor manera de evitar este tipo de cáncer.


Su última voluntad (el vivía en Montreal, Canada), fue que sus cenizas estuvieran junto a sus padres. Y así lo harán sus deudos en pocos días más.


Yo me quedo con esa extraña sensación de estar vacío y pleno a la vez.


Vacío porque ya no están más el tío Coco, sus cabronadas, sus chistes, sus arrebatos, sus jodas, su exquisito café, las maravillosas vacaciones que pasé con él y su familia en El Maitén, sus enseñanzas, su amor por la música clásica y el folklore nacional, acrecentado por vivir tan lejos de la tierra de uno.

Pleno, porque otra hubiera sido mi vida sin la bienhechora influencia del tío Coco, que brindándome su afecto de padre postizo, y simplemente prestándome su Yashica y regalándome el libro adecuado, me abrió definitivamente las puertas de la autoeducación, del amor por las artes (la fotografía, el dibujo, la pintura, el grabado, la escultura), y por la cultura en general, que según Freud, es lo único que puede mitigar en parte, el instinto de autodestruccción inherente a la especie humana.


Mi tío Héctor Horacio Rojas (Coco)


.